Como ama de casa, cuando se trata del trabajo en el hogar, muchas veces me siento agobiada. Cocinar, limpiar la casa, arreglarme para mi esposo, ser maestra de mis hijas, etc. Son cosas que a veces me abruman. Pero leyendo la Palabra de Dios y consejos de otras madres, estoy siendo recordada constantemente que el Señor me manda a hacer mi tarea en el hogar de manera reposada y con agrado, con amor, como para el Señor.
La clave está en invertir tiempo de calidad con nuestro Señor. Usualmente entre más ocupaciones tenemos, menos tiempo pasamos con el Señor. Y debemos recordar qué separadas de Dios nada podemos hacer. Entre más responsabilidades, más dependencia del Señor. Al hacer a un lado nuestro tiempo con el Señor, empezamos a hacer todo en nuestras fuerzas y por lo tanto lo hacemos agobiadas y sin gozo.
Cristo nos pide el sacrificio diario de nosotras mismas para Él. Lucas 9:23 "Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz cada día y me siga". Para las madres, esto significa amar y servir a nuestras familias como un medio para honrar a Dios.
Aunque a veces el trabajo en nuestro hogar parezca abrumador, debemos estar confiadas que mañana será otro día y Sus misericordias son nuevas cada mañana. Nuestro Señor y Maestro nos dará fuerzas y nos enseñará a depender más en Él, y hacer nuestro trabajo con agrado. Así que, limpiaremos nuestro hogar, haremos la comida, bañaremos los niños, etc, recordando que al hacer esto, estamos sirviendo a nuestro Señor.
Recordemos siempre: una mujer que teme al Señor será alabada (Proverbios 31:30)
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